The new and the old. Parte II
Publicar la primera parte no era algo que fuese a hacer, no entraba dentro de mis planes. Halla por el mes de mayo, empezaba a ver con otros ojos los problemas de la vida. Podemos llamarlo madurar, aprender, aceptar la experiencia como pago ante situaciones en las que poco podemos hacer.
Por aquel entonces quería escribir sobre mis propias experiencias; después de hablar con bastante gente del tema, visitas al psicólogo, horas de lectura y muchas horas de música paseando, siempre vamos a encontrar puntos en común a la hora de dejar el pasado y abrazar el futuro que venga. El presente, solo refleja la existencia de algo en un momento determinado. La experiencia viaja desde el pasado, para recordarnos donde estaban las piedras, con las que ya no tropezaremos en el futuro.
Este proceso, simplificado, son las lecciones de al vida. Una tras otra, de golpe, o espaciadas en el tiempo; cuando echamos la vista atrás, nuestro cerebro; siempre rápido, nos va a traer al frente las sensaciones y recuerdos adquiridos.
Tengo un recuerdo para ti
Es curioso como el cerebro a veces nos la juega. Asumimos que el cerebro como tal, solo por el echo de ser nuestro, contener nuestra ideas, creencias y opiniones, es una maquina que no falla. Nada más lejos de la realidad. No me considero ningún experto, de lo poco que he tenido que estudiar del cerebro y lo que me gusta de psicología, podemos discutir sobre lo rotos que están algunos procesos cerebrales. Uno de los aspectos más curiosos del cerebros esta relacionado precisamente, con que recuerda y la forma. Habitualmente se oye que el cerebro es selectivo, que guarda lo que quiere, que adorna las cosas y no falta verdad en ello.
El cerebro, nosotros, nuestra biología, está diseña para minimizar temas como el sufrimiento o el dolor. Por ello, en ocasiones, nuestro cerebro tiende a tener un sesgo inconsciente de autoprotección que introduce ese sesgo en el recuerdo. Puede ser una modificación sobre lo sucedido, «Hace 10 años la canasta estaba a 15 metros y el balón era granate», en esta frase, sería fácil que la canasta estuviese a menos distancia, o que el balón fuese viejo.
Verdad… verdadera, o no
Y es que a veces, en la vida, nos agarramos a nuestras propias creencias y juicios, como verdades absolutas, cuando, en muchos de nosotros, ni sepamos cual es la verdad sobre nosotros mismo. Cogemos nuestras verdades sobre los demás y las hacemos absolutas, hasta el punto de llegárnoslas a creer, incluso cuando se alejan diametralmente de la realidad. Esto lo recoge muy bien D. Kahneman en su libro de cabecera «Pensar Rápido, Pensar Despacio».
Kahneman, premio nobel de economía, expone los procesos por los que el cerebro, a través de la «familiaridad», concepto a nivel neuronal que define como la posibilidad de que nuestros pensamientos de Tipo 1 (sistema 1 del libro) se fije como una verdad, por motivo de la repetición, sin que estos lo sean. Haría falta escribir un poco más entrar en el detalle de las conversaciones internas del cerebro, muy bien recogidas en su libro.
Cuando nuestra cabeza se nos ancla en el pasado, cuando deja de mirar adelante, y hacia nosotros mismo, es fácil perder el rumbo, mucho más fácil de lo que nos pensamos. Validaciones y pequeños éxitos que validen pensamientos negativos en ciertos momentos, puede llegar a ser una de las peores combinaciones de nuestro cerebro, y llenar de densa niebla la luz que teníamos.
Pero todo pasa, hasta la niebla densa, y siempre vuelve a salir el sol.
Espero que el 2022 os vaya a ir a como a mi 🙂
Fdo.
Un nuevo yo <3